Cuando un incendio en Chicago llena las primeras planas, los políticos prometen nuevos estándares de seguridad. A veces, estas reformas crean condiciones más seguras para todos. Pero con frecuencia la municipalidad cede ante la oposición, acabando por establecer condiciones que luego conducen a desastres prevenibles.

Hoy en día, muchos de los requisitos de seguridad de Chicago todavía están arraigados a estos grandes incendios, pero la falta de acción de los políticos para implementar medidas más contundentes ha dejado a muchos residentes vulnerables a futuros incendios.

A continuación, enumeramos algunos momentos clave:

El gran incendio de Chicago

Después de que las llamas destruyeran la ciudad en octubre de 1871, Joseph Medill ganó la alcaldía con una campaña “a prueba de fuego”. En su discurso inaugural prometió que revertiría “el carácter inflamable de la ciudad” prohibiendo las estructuras de madera en toda la ciudad.

Pero los propietarios se opusieron al precio y el concejo municipal cedió. Al final, la prohibición a los edificios de madera se limitó al centro de la ciudad y a una pequeña zona circundante.

Unos años más tarde, otro incendio arrasó el sur de Chicago y se detuvo sólo cuando alcanzó los edificios de piedra recién construidos dentro del nuevo distrito contra incendios. Una gran asociación de seguros buscó la cancelación de todas las pólizas en Chicago hasta que los líderes de la ciudad adoptaran medidas de seguridad más estrictas contra incendios, incluida la propuesta original de Medill.

El concejo municipal accedió a las demandas, extendiendo las regulaciones anti incendio hasta lo que en ese momento era el límite de la ciudad. Para finales de 1875, Chicago había reestructurado su Departamento de Bomberos, redactado uno de los primeros códigos de vivienda de la nación y creado el Departamento de Edificios para hacer cumplir las nuevas reglas.

El incendio del teatro Iroquois

En diciembre de 1903, un reflector prendió fuego a una cortina en el teatro Iroquois durante una matiné abarrotada. La multitud, que sólo estaba de pie, entró en pánico y corrió hacia las puertas de salida que solo se abrían hacia adentro. Más de 600 personas murieron tratando de escapar.

La catástrofe indignó al público, que criticó a los líderes de la municipalidad por no haber aprendido su lección dos años antes, cuando otro desastre en un teatro mató a varias personas. Esa vez, un niño vio que había humo emanando de una rejilla de calefacción y gritó “¡Fuego!” en un teatro lleno de gente. Aunque no hubo ningún incendio, la audiencia entró en pánico y corrió hacia las salidas, bloqueando una escalera y pequeños pasillos. Cinco personas murieron pisoteadas o al caer de un balcón. Otras 50 resultaron heridas.

El incendio del teatro Iroquois provocó cambios en el código de construcción, estableciendo aforos máximos y el requisito de que todas las puertas de salida se abran hacia afuera. Los municipios de todo el mundo siguieron su ejemplo.

Incendio en Nuestra Señora de los Ángeles

En diciembre de 1958, tres monjas y 92 estudiantes murieron como resultado de un incendio en la escuela Nuestra Señora de los Ángeles en Humboldt Park.

La investigación posterior encontró varias fallas de prevención contra incendios. El edificio —lo suficientemente antiguo como para estar exento de las normas de seguridad vigentes— carecía de escaleras cerradas y no tenía rociadores ni detectores de humo. Sólo había una escalera de incendios.

La Asociación Nacional de Protección contra Incendios culpó a las autoridades, diciendo “que al alojar a los niños en estructuras que son ‘trampas de fuego’, no reconocieron que tienen la obligación de proteger vidas”. El presidente de la asociación dijo que “no hay nuevas lecciones que aprender de este incendio; sólo viejas lecciones que trágicamente fueron ignoradas”.

Después de la tragedia, el alcalde Richard J. Daley impulsó nuevas reglas para exigir la modernización de todas las escuelas con rociadores contra incendios y alarmas directamente conectadas con los bomberos, así como otras mejoras de seguridad contra incendios. Se aprobaron muchas reformas, pero el alto costo de los rociadores resultó en muchos aplazamientos por parte del concejo municipal.

Durante décadas, muchas escuelas permanecieron sin la protección mejorada. El edificio donde ocurrió la tragedia, que ya no es una escuela, fue recién modernizado con rociadores contra incendios en el 2020.

Incendio en el edificio de administración del Condado Cook

En octubre de 2003, una lámpara defectuosa inició un incendio en 12vo piso de un edificio de oficinas gubernamentales de 35 pisos que solo contaba con rociadores en la planta baja.

Cuando los empleados abrieron las puertas de las escaleras para evacuar el edificio, los bomberos abrieron una puerta que conectaba con la misma escalera en el nivel inferior, creando un efecto de chimenea. El humo fluyó hacia los empleados que intentaban evacuar, quienes quedaron atrapados después de que las puertas superiores se cerraran automáticamente. Aproximadamente 90 minutos después de la primera alarma, los bomberos encontraron los cuerpos de seis empleados en las escaleras.

Más tarde, un informe de investigación encontró que el código de construcción de Chicago “esencialmente respaldaba los defectos de diseño que contribuyeron a las muertes” y señaló que un solo rociador hubiera bastado para extinguir el fuego.

Un año después, el concejo municipal aprobó una ordenanza que requiere que todos los rascacielos comerciales estén equipados con rociadores. A los rascacielos residenciales se les dio la opción de desarrollar mejoras menos costosas siempre y cuando aprobaran una evaluación de sus medidas de seguridad.

La fecha límite para completar las evaluaciones era el 2006, y todas las mejoras debían completarse en el 2017. En agosto del 2020, después de años de prórrogas, el Departamento de Edificios dijo que al menos 12 edificios de gran altura todavía no tenían rociadores contra incendios y no habían aprobado las evaluaciones de seguridad.

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Madison Hopkins rejoined the newsroom in April 2023. Before returning, she was the health accountability reporter for The Kansas City Beacon, where she collaborated with ProPublica's Local Reporting Network to investigate Missouri's oversight of sheltered workshops for adults with disabilities.

Originally from Southern California, Madison moved to Chicago to earn her master's degree from the Medill School of Journalism at Northwestern University. She initially joined the Better Government Association in 2016, where she investigated Chicago's recycling program failures, the absence of regulatory enforcement at Illinois nuclear power plants and bureaucratic failures in Chicago's building code enforcement system that contributed to dozens of fatal fires.